Inútil negarlo, ante el coronel Rossi me encontré siempre en situación falsa. Le profesaba un vivo afecto. Lo tenía por un viejo pintoresco, valiente, una reliquia de los tiempos en que no había criollos cobardes. (Advierta el lector: lo veía así en el ochenta y en años anteriores). Por otra parte no se me ocultaba que sus arengas por radio, de las 7 a.m., alentaban torvos prejuicios, alardeaban de una suficiencia del todo injustificada y socavaban nuestras convicciones más generosas. A lo mejor por la manía suya de repetir una máxima favorita («Medirás tu amor al país, por tu odio a los otros») dieron en apodarlo el Caín de antes del desayuno. Me cuidé muy bien de protestar por esas burlas.
ADOLFO BIOY CASARES - "Historias desaforadas" - (1986)
Imágenes: Kris Kuksi
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