Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 26 de junio de 2025

LA EPOPEYA DE LOS GILIPOLLAS

 


Siento una vibración, entonces disparo.

         No sé, es como una vibración.

         Desenfundo y disparo.

         Un minúsculo temblor del mundo, eso es. Dura menos de un instante. Aprendí a percibirlo siendo muy pequeño, en las grandes soledades donde primero fui un niño, luego un hombre a los once años y al final un anciano a los diecinueve, cuando mi padre, John John, hizo mutis por el foro —lo degollaron, yo diría que con hastío, así fueron las cosas—, dejándome a mí, el mayor de sus seis hijos, para terminar el trabajo.

         El trabajo era sobrevivir.

         Mucha gente lo hacía, en aquella época, pero no todos con la técnica que nosotros habíamos elegido: nosotros trabajábamos como animales. Lo hacíamos en silencio, en las grandes soledades mencionadas, en los límites del mundo conocido: tan lejos de todo que nosotros lo éramos todo, y nuestra nada, la única noticia. Alrededor, la creación: la recuerdo infinita.  Formaban parte de ella también los escasos seres humanos que se perfilaban en el horizonte, en días nunca anunciados, acercándose como espejismos al paso. Llevarse las manos a las armas era entonces un reflejo natural, inmediato, como rascarse una llaga. A menudo disparábamos antes de preguntar.



  Pero también, de vez en cuando, mi padre los acogía en la mesa, donde se esperaba que contaran algo, vaciando y llenando la cuchara. Nosotros permanecíamos de pie, apoyados contra las paredes. Los mirábamos. Me sorprendía que nadie tuviera un motivo real para haber atravesado lo indecible; no se entendía cómo demonios habían llegado hasta allí. Tampoco podía decirse que se hubieran perdido. Habían ido avanzando mientras encadenaban una impresionante serie de metas parciales, fruto de proyectos insignificantes, no pocas veces cobardes. Eso era todo. Así aprendí que la superposición en el tiempo de decisiones mínimas, teñidas de cobardía, puede llevar lejos, e incluso a una forma de poético heroísmo. La epopeya de los gilipollas.

         A alguno lo liquidamos mientras dormía. Era casi hacerle un favor. Obviamente, por allí no teníamos médicos. Así que los liquidábamos, interrumpiendo sufrimientos que carecían de sentido. De órganos internos destrozados, o de heridas sin vuelta atrás.

         Solo tres, que yo recuerde, llegaron guiados por un destino que tenían claro.

         Uno sostenía que era hermano de mi padre. Se encerraron en los establos, a discutir el asunto, ellos dos y una botella de whisky.

         Otro buscaba a Dios.

         Y no he olvidado al tercero, un anciano con espuelas de oro. Dijo que había venido para ver a mi madre.

         Aunque de mi madre aún no he hablado.

ALESSANDRO BARICCO - "Abel" - (2023)


Imágenes: Stephanie K. Clark

martes, 24 de junio de 2025

AHORA NO QUEREMOS INFORMACIÓN


Ahora no queremos Información. Lo que queremos es desconcierto. Lo que queremos es repetición. Lo que queremos es repetición. Lo que queremos es a los poderosos diciendo
la verdad no es la verdad. Lo que queremos es a parlamentarios electos diciendo se afila el cuchillo se le clava en el pecho y se retuerce cosas como tráete tu propia soga queremos que los diputados del partido gobernante griten suicídate en la cámara de los comunes a los miembros de la oposición queremos personas poderosas que digan que quieren ver a otras personas poderosas descuartizadas en bolsas de plástico en el congelador queremos que las mujeres musulmanas sean objeto de chanza en una columna del periódico queremos las risas queremos que el eco de esas risas las persiga allá donde vayan. Queremos que aquellos a quienes llamamos extranjeros se sientan extranjeros necesitamos que les quede claro que no pueden tener derechos a menos que nosotros lo digamos. Lo que queremos es indignación ofensa distracción. Lo que necesitamos es afirmar que pensar es elitista que el conocimiento es elitista lo que necesitamos son personas que se sientan abandonadas desposeídas lo que necesitamos son personas que sientan.

 


Lo que necesitamos es pánico queremos pánico subconsciente también queremos pánico consciente. Necesitamos emoción queremos virtud queremos ira. Necesitamos todo ese rollo patriótico. Lo que queremos es el típico
Escándalo de las madres alcohólicas Peligro de la aspirina diaria pero con más urgencia Nein Nein Nein necesitamos un hashtag #másfronteras queremos Dadnos lo que queremos o nos largamos queremos furia queremos indignación queremos palabras de lo más emotivas antisemita está bien nazi es estupendo pedófilo servirá pervertido extranjero ilegal queremos reacción visceral queremos Pruebas de edad para «niños migrantes» El 98 % de los encuestados exige prohibir la entrada de nuevos migrantes Helicópteros de combate para detener migrantes Cuántos más podemos acoger Cerrad vuestras puertas Esconded a vuestras esposas queremos tolerancia cero.
 

Necesitamos que las noticias sean tamaño teléfono. Necesitamos evitar los medios de comunicación tradicionales. Necesitamos no mirar al entrevistador sino directamente a cámara. Necesitamos enviar un mensaje fuerte claro inequívoco. Necesitamos noticias que provoquen un estado de shock. Necesitamos más noticias perturbadoras vamos rápido siguiente shock espabila queremos imágenes de torturas. Necesitamos acosarlos necesitamos que crean que podemos acosarlos dirigir la palabra linchar a cualquiera que no sea blanco. Necesitamos amenazas de violación amenazas de muerte veinticuatro horas al día a las parlamentarias negras no solo a las mujeres que ocupen un cargo público sino a cualquiera que haga algo público no nos gustan necesitamos
Cómo se atreve ella/Cómo se atreve él/Cómo se atreven ellos. Necesitamos insinuar el enemigo interior. Necesitamos enemigos del pueblo queremos que se llame a sus jueces enemigos del pueblo queremos que se llame a sus periodistas enemigos del pueblo queremos que a las personas que nosotros decidamos llamar enemigos del pueblo se las llame enemigos del pueblo queremos denunciar a voz en grito una y otra vez en tantos programas de radio y televisión como sea posible que nos están censurando. Necesitamos decir lo mismo de siempre como si fuera una novedad.


  Necesitamos que las noticias sean lo que decimos que son. Necesitamos que las palabras signifiquen lo que decimos que significan. Necesitamos negar lo que decimos mientras lo decimos. Necesitamos que el significado de las palabras no importe. Necesitamos un buen eslogan clásico como Gran Bretaña no mejor Inglaterra/América/Italia/Francia/Alemania/Hungría/Polonia/Brasil/ [inserte nombre del país] Primero. Necesitamos dinero algoritmos redes sociales Internet oscura. Necesitamos decir que lo hacemos en defensa de la libertad de expresión. Necesitamos bots necesitamos clichés necesitamos ofrecer esperanza. Necesitamos decir que es una nueva época que la antigua ha muerto su momento ha acabado ahora empieza el nuestro. Necesitamos sonreír mucho mientras lo decimos necesitamos reír a las cámaras ja ja ja crac hombre partiéndose de risa oíd ese silbato de la fábrica al final de la jornada esa fábrica ha muerto nosotros somos el nuevo silbato de la fábrica nosotros somos lo que este país ha necesitado siempre nosotros somos lo que necesitáis nosotros somos lo que queréis.

   Queremos que lo necesitéis.

   Necesitamos que lo queráis.

ALI SMITH - "Primavera" - (2019)


Imágenes: Agnes Denes

domingo, 22 de junio de 2025

LO QUEREMOS TODO DE TI


 No nos malinterpretes.

   Queremos lo mejor para ti. Queremos que el mundo sea un lugar más conectado. Queremos que sientas que el mundo es tuyo. Queremos que veas el mundo a través de nosotros. Queremos que seas tú mismo. Queremos que te sientas un poco menos solo. Queremos que encuentres a otras personas como tú.

   Queremos que sepas que somos tu mejor fuente de conocimiento en el mundo. Queremos saberlo todo sobre ti. Queremos saber todos los sitios adonde vas. Queremos saber dónde estás ahora mismo. Queremos que publiques imágenes de lo que ves para que siempre recuerdes ese momento especial. Queremos que ahora mismo eches un vistazo a lo que publicaste hace diez años. ¡Feliz aniversario! Queremos recordarte regularmente los momentos especiales de tu pasado. Queremos mostrarte lo que tus amigos publicaban hace diez años. Queremos que documentes tu vida porque tu vida es muy importante. Queremos que sepas cuán importante eres en el mundo. Queremos que sepas cuánto significas para nosotros. Queremos que sepas que estamos muy interesados en lo que te importa. Queremos que sepas que a nosotros también nos importa.



   Queremos contar cada paso que das. Queremos ayudarte a que estés fuerte y en forma. Queremos saber qué es lo que te acelera el pulso. Queremos que nos envíes una muestra de tu ADN y una suma de dinero para que podamos ayudarte a averiguar quién eres, quién es tu familia y tu procedencia en la historia, y solo lo queremos por razones totalmente legítimas, para ofrecerte un servicio útil.

   Queremos que seas todo lo que puedes ser: amigo, en una relación, sin pareja y en una relación complicada. Queremos saber qué compras. Queremos saber qué música escuchas con tus auriculares. Queremos saber cómo vistes. Queremos ofrecerte publicidad hecha a medida para ti. Queremos que eso te parezca bien. Queremos que descubras más cosas de ti. Queremos que hagas nuestro gracioso test de personalidad para averiguar qué clase de persona eres y a quién votarás en las elecciones. Queremos categorizarte con precisión y recabar así información útil para divertidos proyectos propios y ajenos.



   Queremos estar ahí, en tu sala. Queremos ayudarte a resolver problemillas cotidianos como dónde comer, dónde alojarte en vacaciones, dónde proyectan una película y a qué horas, dónde se lo están pasando en grande muchas personas cerca de ti. Queremos ayudarte con la tarea de comprar en línea: comida para gatos, artículos de jardinería, cosas para tus hijos. Queremos ayudarte con los conocimientos generales de tus hijos. Queremos que nos consideres parte de tu familia. Nos interesa todo lo que dices. Queremos oír lo que dices cada vez que miras una pantalla. Queremos verte a través de esa pantalla mientras miras algo que no tiene nada que ver con nosotros. Queremos saber qué os decís en cada habitación de vuestra casa. Queremos conocer tus horarios y a qué te dedicas tanto si navegas por la red como si no, y en qué te gastas el dinero.

   Queremos que los teléfonos que te vendemos funcionen más lentamente y peor que los modelos anteriores, para que quieras comprarte un modelo nuevo cuanto antes.



   Queremos contratar a personas que ataquen a cualquier poderoso que haga comentarios sobre nosotros que no nos gusten, aunque sean verdad. Queremos que nuestros empleados negros e hispanos se sientan algo menos importantes, menos protegidos y menos capaces de ascender en la jerarquía de la empresa que los blancos, aunque sí queremos sus útiles comentarios a la hora de recabar información sobre sus etnias.

   Queremos defender la libertad de expresión, sobre todo la de los blancos ricos y poderosos. Queremos ayudar a millones de personas para que lean las publicaciones de los troles. Queremos colaborar con la propaganda de los Gobiernos, ayudar a distorsionar las elecciones y no pararles los pies a quienes organizan y fomentan la limpieza ética, todo ello útiles efectos colaterales de acompañarte las veinticuatro horas del día.

   Queremos que sepas cuánto nos importa tu cara. Queremos que tu cara y las caras de todos los que fotografías y las caras de todos tus amigos y las caras que han fotografiado tus amigos queden registradas en nuestros sitios web para nuestras simpáticas investigaciones y bases de datos.



   Queremos que sepas que velamos por tu seguridad. Queremos que sepas que respetamos y protegemos tu privacidad. Queremos que sepas que la intimidad es un derecho humano y una libertad civil, sobre todo si puedes pagártela. Queremos asegurarte que tú tienes el control. Queremos que sepas que controlas lo que cualquiera puede ver de tu información. Queremos que sepas que tienes un acceso absoluto a tu información: tú y cualquiera que te espíe.

   Queremos narrar tu vida. Queremos ser tu libro. Queremos ser la única conexión importante. Queremos que te resulte inconveniente no utilizarnos. Queremos que nos mires y que en cuanto dejes de mirarnos sientas la necesidad de mirarnos de nuevo. Queremos que no nos asocies con linchamientos, cazas de brujas ni purgas a menos que sean tus linchamientos, tus cazas de bruzas y tus purgas.

   Queremos tu pasado y tu presente porque también queremos tu futuro.

   Lo queremos todo de ti.

ALI SMITH - "Primavera" - (2019)


Imágenes: Benny Andrews

viernes, 20 de junio de 2025

UNA AVENTURA PASAJERA


 Doña Leonor, en Burgos, no había tomado en serio los primeros rumores que le llegaron sobre el desliz amoroso de Alfonso. Incluso cuando estaba claro que el rey vivía desde hacía largas semanas sólo con la judía en La Galiana, se dijo que se trataría de una aventura pasajera. Claro que Alfonso, en los quince años de su matrimonio, había tenido de vez en cuando amoríos, pero muy pronto, lleno siempre de un juvenil azoramiento, había vuelto a ella. No podía imaginarse que se hubiera enamorado seriamente, y menos de aquella judía. La primera vez que él la había visto apenas si se había ocupado de ella, la misma Leonor había tenido que advertirle para que le dedicara un par de cortesías. Además, la judía era impertinente y se vestía de un modo extraño y exagerado, cosas todas ellas que desagradaban a Alfonso. No, Doña Leonor no estaba celosa. Ante ella se alzaba amenazante la historia de su madre, Ellinor de Guyena, que había atormentado a su padre, el inglés Enrique, con sus salvajes celos y que ahora, desde hacía años, permanecía encerrada por orden suya. Ella no iba a imitarla. Los amoríos de Alfonso con la judía pasarían, como otros anteriores.



   Pasaron las semanas, pasaron los meses, Alfonso seguía junto a esa Doña Raquel. Y de pronto, a Leonor dejaron de servirle sus sensatos argumentos y razonamientos. Ella siempre había creído que los hermosos romances en verso que su hermana le mandaba desde Troyes, y que narraban los caballeros francos y los juglares, eran sólo fantasías. Se había permitido soñar con aquellas hermosas e ingeniosas mujeres, Ginebra e Isolda, por cuya causa los más excelentes caballeros, Lancelote y Tristán, habían renunciado al honor y a la vida. Y de pronto estas insensatas historias dejaban de ser invenciones de poetas para convertirse en algo real a su lado. Eran la terrible realidad de su marido, de su caballero, de su amado, de su Alfonso.

   Se sintió llena de ira contra Alfonso, que retribuía su amor, su alegre serenidad, tan adecuada a una dama, y el nacimiento del infante de aquella manera; y de un odio ilimitado contra la muchacha, la judía, la puta que le robaba y disputaba con malas artes a su marido, que le pertenecía a ella, por cristiano matrimonio, desde hacía quince años.



   Pero ella no debía perder el control como su madre. Debía ser astuta, tenía como oponente al hombre más astuto del reino, al Ibn Esra que ella misma, necia, desventurada, había hecho llamar.

   Ella era astuta. Reprimió su ira. No se dio por enterada de lo que estaba sucediendo, lo desmentía incluso ante sus más allegados. El arzobispo de Burgos, un amigo próximo y auténtico, acudió preocupado y empezó a hablar de aquel tema tan desagradable. Ella adoptó un rostro majestuoso y lo miró extrañada, sin comprender; el piadoso señor tuvo que ceder Doña Leonor no sabía nada de La Galiana, no emprendió nada contra Alfonso, nada contra su querida, no se quejó ante nadie.

   Pero cambió su política. Para asombro de los señores de su corte, declaró de pronto que la neutralidad de Castilla era impía y absurda. Cualquiera podía darse cuenta que ahora el reino tenía los medios para participar en la Guerra Santa. Había llegado el momento de emprender la batalla.

   Ella sabía que Alfonso despertaría de su obsesión tan pronto como entrara en campaña. Esto era tan seguro como el Evangelio.

LION FEUCHTWANGER - "La judía de Toledo" - (1955)


Imágenes: Nosheen Iqbal

miércoles, 18 de junio de 2025

NO APARTABA LA VISTA DE ELLA


Pero

   el caso es que allí estaba él, Mats G. en el local de reuniones. Con la mirada totalmente fija en la primera fila de sillas de la amplia sala, observándola a ella, en fin, lo que se dice observándola…, sin poder apartar la vista y sí, claro que Emmy pensó enseguida que bueno, sí, es guapo, pero muy mayor, seguro que más de cuarenta (en efecto, al final resultó que tenía cincuenta y dos), pero con un aspecto que era… bueno, atemporal, en cierto modo, patinado, «como un jugador de tenis retirado», como dijo después entre risitas cuando intentaba contarle a Saga-Lill su encuentro definitivo.

   No apartaba la vista de ella, de Emmy. Por lo que a él se refería, se encontraba en el local de reuniones por casualidad, ya que comunicaba con la oficina del pastor, y tenía pensado pedir que publicaran las amonestaciones de su boda con la novia que tenía entonces, Therese (cuarenta y dos años, actriz). Claro que eso Emmy no lo sabía: hasta después no le contó cómo, cuando iba pasillo arriba, la vio por la puerta entreabierta.



  Y todo se detuvo, se sintió atraído por ella como por un imán. Entró, se sentó en la primera fila y se limitó a mirarla. Y ella, a su vez, intentó hacer como si nada al principio mientras actuaba, pero luego no pudo dejar de corresponderle y sus miradas se encontraron, se encontraron y se encontraron una y otra vez. Lo sentía en todo el cuerpo. ¡El cuerpo! Como si (a pesar de todas las notas estridentes que ella le arrancaba aquí y allá; sí, claro que ella misma lo había oído, había oído lo terrible y lo falto de talento que sonaba, pero de pronto, con un punto de rebelión, ¡le importó un pimiento!) el cuerpo hubiera despertado a la vida exactamente allí. Y se abrió digamos que como una flor y ella cayó cayó cayó de cabeza y poco después estaba embarazada (de lo que por desgracia resultó ser el primer aborto; o quizá podría decirse simplemente el Aborto, porque luego no tuvo ningún otro, sino solo, durante dos años, incontables resultados negativos del test de embarazo) y se casaron y con el tiempo al final después de varios retrasos terminaron de construir el piso que Mats había reservado para ellos en la última planta de Glastornet ¡y se mudaron a sus ciento cincuenta estupendos metros cuadrados! ¡Porque Emmy, UNA MADRE DIFERENTE, iba a tener hijos, claro que sí!



   Y el resto resultó ser historia. O lo es aún. O qué es…, quizá no sea preciso darle un título o un nombre, todo lo que tiene Emmy. Mats G. al que ella quiere con esa obviedad que no se ha difuminado. Y él, Mats G. la quiere, ella lo sabe; aunque es un amor mucho más tranquilo que el de Gusten, por ejemplo, que no ha hecho más que continuar estos casi cuatro años después de que rompieran. Es como si no pudiera pasar página, la llama, le escribe correos y mensajes de móvil. Y se cruzan continuamente. Tanto que a veces casi podría pensarse que la está siguiendo.

   En cambio Mats: un amor como más maduro, más adulto. Y el cuerpo…, esa sensación en el cuerpo…, la de necesitar, amar, entregarse. Querer poseer. A otra persona. Hasta ese punto. Desear. Ese deseo, qué intenso es…

MONIKA FAGERHOLM - "¿Quién mató a Bambi?" - (2019)


Imágenes: Kristine Nydahl

lunes, 16 de junio de 2025

ESCUCHA, OYE

 


Escucha, oye.

Oye, escucha:

hay que trabajar juntos,

juntos en la lucha,

juntos en la vela.


Deja que suene la música

y trace su mandala

y te envuelva

y te afecte

y te infecte

y te vuelva a sanar.


Déjala sonar

y no inventes más metáforas.

Déjala.

Todo está inventado,

todo está trillado

y el trigo manipulado

y el germen transgenizado.


Y la música sigue.

Que siga sonando

y que invada tu centro

descentrado y descabalado

y desollado y desoído.


Escucha, oye.

Oye, escucha:

deja que te trabaje la música,

deja que crezca

escabrosa

dentro de tu cabeza.

.

.

.

.

(Julio 2010)


Imágenes: Shona Wilson

sábado, 14 de junio de 2025

YO ERA ÉL Y ÉL ERA YO.

 


—No lo olvides nunca, yo soy tú —me dijo Jérôme, cuando nos despedíamos en Charles de Gaulle.

   Había sido él quien me había instado a viajar. Yo sola jamás hubiera reunido las fuerzas para salir de mi enclaustramiento. A la vuelta de mi viaje, aunque la idea resultara inimaginable, nos casaríamos.

   Frente a nosotros, un ventanal dejaba ver las colas de los aviones que parecían colgar del cielo.

   Yo soy tú.

   Eran las palabras que nos unían. Que nos habían unido siempre y que nos protegían del infortunio. Como un conjuro. Yo era él y él era yo. Caminamos en silencio hasta la zona de embarque y nos despedimos sin tocarnos. Su expresión era tranquila, segura. Yo no podía traicionar esa confianza que él depositaba en mí. El día anterior me había despedido de mis padres en Grenoble, y el doctor Noiret, mi psiquiatra, me había medicado para evitar que sufriera una crisis de pánico. Aun así, no pude evitar decirle por enésima vez:

   —No sé si pueda hacerlo, Jérôme.

   —Sí puedes, Emilia. Sí puedes —rozó mis labios con su dedo índice para que no volviera a repetirlo.

CARLA GUELFENBEIN - "Contigo en la distancia" - (2015)


Imágenes: Pete Mauney

jueves, 12 de junio de 2025

EL REINO DE LOS TESOROS, DE LOS DRAGONES Y DE LA MUERTE


Según Clotilde, todo lo que crece de la tierra y tiene hojas verdes es «gente como nosotros», con la que se puede encontrar el modo de ponerse de acuerdo. Precisamente por eso no se deben tener plantas ni flores en las macetas porque es como encerrar a los animales en una jaula: se vuelven o estúpidas o malas; en suma, ya no son las mismas y es un egoísmo por nuestra parte ponerlas en sitios tan estrechos solo por el placer de verlas. La grama, precisamente, es una excepción porque no viene de la tierra, sino de debajo de la tierra, y ese es el reino de los tesoros, de los dragones y de la muerte. En su opinión, el subsuelo es un país tan complicado como el nuestro, solo que está a oscuras, mientras que aquí hay luz. En él hay cavernas, galerías, arroyos, ríos y lagos y, además, están las venas de los metales, que son todos venenosos y maléficos, excepto el hierro, que, dentro de ciertos límites, es amigo del hombre. También hay tesoros, algunos escondidos por los hombres en tiempos remotos y otros que yacen allí desde siempre, oro y diamantes.



 Allí habitan los muertos, pero a Clotilde no le gusta hablar de ellos. El mes pasado una excavadora estaba trabajando en la propiedad que linda con la suya. Clotilde asistió pálida y fascinada a la potente obra de la máquina hasta que el nivel de la excavación alcanzó los tres metros. Luego desapareció durante varios días y solo volvió cuando la máquina se hubo ido y se vio que en el gran agujero no había más que tierra y piedra, pozas de agua estancada y alguna raíz al desnudo.

   También me contó que no todas las plantas se llevan bien entre ellas. Las hay domesticadas, como las vacas y las gallinas, que no sabrían prescindir del hombre, pero hay otras que protestan e intentan escapar y, a veces, lo consiguen. Si no tienes cuidado se asilvestran y ya no dan más frutos, o lo dan como les gusta a ellas y no como nos gusta a nosotros: áspero, duro, todo hueso. Si una planta no está totalmente domesticada tiene nostalgia, especialmente si está cerca de un bosque silvestre. Querría volver al bosque y que solo las abejas se cuidaran de fecundarla y los pájaros y el viento de diseminarla. Me enseñó los melocotoneros de su huerta y era como ella decía: los árboles más próximos a la cerca tendían sus ramas más allá de la misma, como brazos.

PRIMO LEVI - "Defecto de forma" - (1971)


Imágenes: Lauren Marx

martes, 10 de junio de 2025

MEDIRÁS TU AMOR AL PAÍS, POR TU ODIO A LOS OTROS

 


Inútil negarlo, ante el coronel Rossi me encontré siempre en situación falsa. Le profesaba un vivo afecto. Lo tenía por un viejo pintoresco, valiente, una reliquia de los tiempos en que no había criollos cobardes. (Advierta el lector: lo veía así en el ochenta y en años anteriores). Por otra parte no se me ocultaba que sus arengas por radio, de las 7 a.m., alentaban torvos prejuicios, alardeaban de una suficiencia del todo injustificada y socavaban nuestras convicciones más generosas. A lo mejor por la manía suya de repetir una máxima favorita («Medirás tu amor al país, por tu odio a los otros») dieron en apodarlo el Caín de antes del desayuno. Me cuidé muy bien de protestar por esas burlas.

ADOLFO BIOY CASARES - "Historias desaforadas" - (1986)


Imágenes: Kris Kuksi


domingo, 8 de junio de 2025

UN ASESINATO ES UN RITUAL



Un asesinato es un ritual donde el oficiante es el homicida. El rito, por definición, está constituido por acciones simbólicas, desde asestar una puñalada en el corazón, sede de la vida, hasta arrancar el cuero cabelludo, que descubre el alma que está en la cabeza. Simbólicas y homogéneas cuando se trata de distintos homicidios cometidos por la misma mano. Yo lo llamaría hilo conductor, una marca personal del homicida, un estilo. Claramente, está en todas las acciones humanas, pero a menudo no nos es dado verlo, y sin duda se encuentra en una acción tan relevante como la de quitar la vida a un semejante. ¿Qué significado puede hallarse en el veneno que ennegrece los cuerpos… en una mano cortada o en un tórax traspasado y clavado en la madre tierra? Signa et res… el mundo entero está hecho de símbolos y cosas…



GIORGIO TODDE - "El estado de las almas" - (2001)

Imágenes: Robert Pruitt

viernes, 6 de junio de 2025

LLEGAMOS CON LAS TRIPAS LLENAS


Llegamos con las tripas llenas. Doloridas. El vientre negro, cargado de agua oscura y fría, y de rayos y truenos. Veníamos del mar, de otras montañas y de toda clase de sitios, y habíamos visto toda clase de cosas. Rascábamos la piedra de las cimas como la sal, para que no creciera ni la mala hierba. Elegíamos el color de las crestas y el de los campos, el brillo de los ríos y el de los ojos que miran al cielo. Cuando los animales nos vieron llegar se acurrucaron en lo más profundo de las madrigueras, unos encogieron el pescuezo y otros levantaron el hocico para captar el olor a tierra mojada que se acercaba. Lo cubrimos todo como una manta. Los robles y los bojes, los abedules y los abetos. Chsss. Y todos guardaron silencio porque éramos un techo severo que decidía sobre la tranquilidad y la felicidad de tener el espíritu seco.



Después de llegar, después de la calma y de la presión, después de acorralar el aire suave contra el suelo, disparamos el primer rayo. ¡Bang! Qué alivio. Y los caracoles, enroscados en su solitaria casa, se estremecieron sin dioses ni oraciones, sabiendo que si no morían ahogados saldrían redimidos a respirar la humedad. Y entonces derramamos el agua a gotas inmensas, como monedas sobre la tierra, la hierba y las piedras, y el trueno estremecedor resonó en la cavidad torácica de todos los animales. Fue en ese momento cuando el hombre dijo cagüen diez. Lo dijo en voz alta porque cuando uno está solo no hace falta pensar en silencio. Cagüen diez, inútil, te ha pillado la tormenta. Y nosotras nos reímos, ju, ju, ju, ju, mientras le mojábamos la cabeza y nuestra agua se le colaba por el cuello de la camisa y le caía por el hombro y los lomos, y nuestras gotitas eran frías y le despertaban el mal humor.

El hombre venía de una casa cercana que estaba encaramada a plena cumbre, por encima de un río que debía de ser frío porque se escondía entre los árboles. Había dejado atrás unos cuantos cerdos y gallinas, un perro y dos gatos desarraigados, a una mujer, a dos niños y a un viejo. Se llamaba Domènec. Tenía un huerto lozano en medio de la montaña y unas tierras mal labradas en la orilla del río, porque el huerto lo cuidaba el viejo, que era su padre y tenía la espalda como una tabla, y las tierras las labraba él. Domènec había ido a esa parte de la montaña a probar unos versos. A ver a qué sabían y cómo sonaban, y porque cuando uno está solo no hace falta decir versos en voz baja.



  Esa tarde, cuando fue a ver al ganado, encontró unas cuantas trompetas de los muertos fuera de temporada y las llevaba envueltas en los faldones de la camisa. El niño de pecho lloraba cuando él salió de casa y su mujer le dijo: «Domènec», como una queja, como una súplica, pero Domènec se fue de todos modos. Es difícil componer versos y contemplar la virtud que se esconde en todas las cosas cuando los niños lloran con esa estridencia de cerdo desollado que te acelera el corazón aunque no quieras. Y quería ir a ver a las vacas. Tenía que ir a verlas. ¿Qué sabía Sió de vacas? Nada. Un ternero mugía muuuuuuuuuuu, muuuuuuuuuuuuuu. Desesperado. Sió no sabía nada de vacas. Y volvió a exclamar ¡cagüen diez!, por lo rápidas que habíamos sido, caray, imprevisibles y sigilosas, y lo habíamos pillado. ¡Cagüen diez!, porque el ternero se había enredado el rabo en unos alambres. Los alambres se habían atascado entre dos árboles y, de tanto tirar, le habían lacerado las patas por detrás y ahora las tenía ensangrentadas, desgarradas y sucias. Mugía muuuuuuuuuuu, muuuuuuuuuuuuuu, atrapado por el rabo entre los dos árboles, y su madre lo velaba intranquila. Aguantando el chaparrón, Domènec se acercó al animal.

 


Tenía las piernas fuertes de tanto echarse al monte a respirar un poco cuando los niños gritaban demasiado o cuando pesaban demasiado, y el arado pesaba demasiado, y el silencio del viejo, y las palabras, una detrás de otra, de la mujer que se llamaba Sió, que era de Camprodon y se había casado con un hombre que se escapaba y la dejaba sola allá arriba, en esa montaña, con un viejo que no hablaba. ¡Y cuánto la quería todavía! Pero la casa pesaba tanto, cagüen Dios y en el demonio. La gente tendría que tener más tiempo para conocerse antes de casarse. Más tiempo para vivir antes de traer hijos al mundo. A veces todavía la cogía por la cintura y le hacía dar vueltas, todas seguidas, como cuando eran novios, porque Sió... ¡Dios, Sió, qué piernas! Dejó las trompetas en el suelo. El ternero mugía. Domènec se acercó con las dos manos por delante. Poco a poco, hablando en un tono grave y tranquilizador. Chissss, chissss, decía. La madre lo miraba con recelo. A Domènec le chorreaba el pelo. Cuando volviera a casa pediría que le calentaran agua para lavarse el frío y la lluvia. Miró los alambres que magullaban las patas del animal cada vez que tiraba. Lo agarró firmemente por el rabo, sacó la navaja y cortó diestramente el pelo enredado. Y entonces lanzamos el segundo rayo. Veloz como una serpiente. Enfadado. Abierto como una telaraña.


 Los rayos van donde se les antoja, como el agua y los aludes, como los insectos pequeños y las urracas, a las que atrae todo lo brillante. La navaja, fuera del bolsillo de Domènec, brilló como un tesoro, como una piedra preciosa, como un puñado de monedas. Nos vimos reflejadas en la hoja de metal como en un espejo. Como si nos abriera los brazos, como si nos llamara. Los rayos se meten donde se les antoja, y el segundo se metió en la cabeza de Domènec. Dentro, muy dentro, hasta el corazón. Y todo lo que vio dentro de los ojos era negro, por la quemadura. El hombre se desplomó en la hierba y el prado puso la mejilla contra la de él, y todas nuestras aguas, alborotadas y alegres, se le metieron por las mangas de la camisa, por debajo del cinturón, dentro de los calzoncillos y de los calcetines, buscando la piel todavía seca. Y se murió. Y la vaca se fue corriendo como una posesa, y el ternero detrás de ella.

IRENE SOLÀ - "Canto yo y la montaña baila" - (2019)


Imágenes: William Mophos

miércoles, 4 de junio de 2025

Y SEGUIMOS CONTANDO LOS DÍAS






Y seguimos contando los días,

que nos faltan por un lado,

que nos sobran por el otro...

Y ellos nos pasan por encima,

nos ganan todos los pulsos,

nos cubren de niebla los ojos.


Queremos que se acorten,

queremos que se alarguen,

queremos moldearlos a nuestro antojo:

pueril deseo,

pataleta eterna para no conseguir nada.


Y qué largo se nos hace lo malo,

y qué corto se nos hace lo bueno.

Como niños que esperan un regalo:

seguimos contando los días,

hasta el último momento:

aquel en que ya nada importa,

aquel en que todo se olvida.


(Sin fecha)


Imágenes: Seth Clark

lunes, 2 de junio de 2025

LA CLARA VALENTÍA DEL VIENTO ENTRE LOS ÁRBOLES


Matías inició su carrera militar por motivos gimnásticos. Y también románticos: era un chico fuerte que sobresalía en todos los deportes del bachillerato, especialmente en la gimnasia deportiva con aparatos de la época. El romanticismo le vino del entusiasmo histórico y pictórico de un hermano de su padre con quien pasaba las tardes, domingos y festivos, viendo libros de pintura histórica. El tío Anselmo estaba convencido de que existía una correlación mágica entre nuestro físico y nuestra vocación: uno sale militar porque parece un soldado desde joven, o sale registrador de la propiedad porque desde joven ya da el tipo del burócrata. Semejante criterio, en su simplicidad, funcionó con el sobrino Matías con fascinante exactitud. Matías tenía ya a los quince el aire firme y vigoroso de un futuro cadete. Que esta correlación entre el aspecto y el alma pareciera a la vez definitiva e insustancial no impidió que Matías Ybarra lo creyera.



  Juntos, tío y sobrino, vieron películas de hazañas bélicas de antes y después de las dos guerras mundiales. Discutieron acerca del honor, el valor en retaguardia y en combate, la obediencia como virtud y como defecto en psicología. Y como virtud a secas en una teología estética que propiciaba el tío Anselmo. A esto se añadió un falangismo joseantoniano, poético, que concebía la muerte como un acto de servicio y decía de ella, como Luis Rosales, que tiene la clara valentía del viento entre los árboles. Una resuelta y poética voluntad de obediencia en suma. Del manual de historia de la filosofía de sexto curso sacó a su vez Matías Ybarra dos ocurrencias de Hegel que le parecieron exactas: «La libertad es una necesidad conocida». Y otra, algo más enrevesada: «Todo lo real es racional, todo lo racional es real». Así surgió Hegel en la conciencia de Matías, un Hegel a la vez enigmático y portable, cuyas dos únicas tesis del manual de historia podían discutirse con gran vehemencia en los recreos con el inspector, quien prudentemente corregía el frenesí microhegeliano del chaval mediante un casi: Casi todo lo real es racional, Matías. Y casi todo lo racional es real. Pero no todo, ni todas las veces. Este ajuste indignaba respetuosamente a Matías Ybarra aquellos años. Así fue como a la gimnasia deportiva y al romanticismo militar se les añadió el color de la filosofía. Todo era sobria, esforzadamente heroico y noble. También, cómo no, conmovedoramente ingenuo.

ÁLVARO POMBO - "El destino de un gato común" - (2020)


Imágenes: Beth Moon