Desapegos y otras ocupaciones.

jueves, 24 de abril de 2025

LOS CURAS ME DABAN MIEDO Y LAS MONJAS, CURIOSIDAD


 Nunca habíamos ido demasiado a la iglesia, y por eso los curas me daban miedo y las monjas, curiosidad. Cuando iba a catequesis solía quedarme sentada con las piernas colgando de un banco de madera un rato después de haber terminado, mientras buscaba todas esas respuestas que me habían dicho que tenía que hallar dentro de mí. Me inquietaban los ratos a solas en esa fábrica de ecos donde parecía que todo el mundo iba a echarse a llorar en cualquier momento. Mi madre siempre evitaba pisar la iglesia, así que era mi padre el que venía a buscarme y me preguntaba sobre lo que había aprendido, y yo repetía la palabra de Jesús como si fuera una de mis mentiras mejor trabajadas.



   Eso sí, las personas que iban a la iglesia me daban mucha envidia porque no le tenían miedo a la muerte. Nuestro bloque estaba lleno de mujeres mayores que arrastraban los pies por las aceras, o bien que iban del brazo de sus maridos esmirriados o de cuidadoras extranjeras que les daban conversación. Cuando me las cruzaba en el portal o en el ascensor solo podía pensar que en cinco o seis años estarían muertas, pero ellas no se daban cuenta; entraban en la iglesia y salían renovadas, como si hubiesen bebido de un elixir.

 


   Me habría gustado entrar allí, escuchar al cura y sentir lo mismo, pero era incapaz de creer en nada después de la muerte que no fuera mi cuerpo desintegrado en la tierra o desmembrado sobre el pavimento de flores que se veía desde lo alto de nuestro balcón, por el que era tan fácil tirarse. Una vez oí a alguien decir que lo mejor era morirse en la cama durmiendo y a partir de entonces muchas noches de verano tuve miedo de acostarme y alcanzar las fases más profundas del sueño sin saber si me iba a despertar.

JULIA VIEJO - "Mala estrella" - (2024)


Imágenes: Laprisamata

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