Desapegos y otras ocupaciones.

viernes, 24 de enero de 2025

¿TE GUSTA ESA RUPTURA DE TU SOLEDAD?


Mamá también está contenta. Baja la ventanilla y se pone las gafas de sol. Mamá que va a ver a su propia mamá. Hace apenas cinco días. «¿Podemos bañarnos nada más llegar?», «¿Y beber Trina?», «Y nos vamos a acostar tarde, ¿no?». Podéis hacerlo todo. Algo ha pasado, además de los kilómetros y las estaciones de servicio. Papá y mamá abandonando la ciudad y las obligaciones, entregándole su prole a los abuelos, papá en bañador haciendo el tonto sobre el trampolín, mamá echándose una siesta de tres horas en el sofá reclinable del abuelo, la cinta de cassette que empieza por quinta vez en bucle cuando aparece ante vosotros la cancela de la entrada del Huerto.

   —¡Abuela, vamos a por coques!

   Das órdenes como si el mundo te perteneciese, como si el mundo terminase en la cancela de la entrada. ¿Y no te pertenece, acaso? ¿Hay algo más? Hay algo más. Lo sabes porque a veces se cuela por la tele. Hoy, por ejemplo. Estás desayunando en el taburete alto un Cola Cao con muchos grumos y tostadas blanditas. No hay tostador en el Huerto y la abuela te las hace en la sartén.



  El salón es tuyo; te gusta levantarte pronto porque el salón es tuyo. Solo estás con la abuela, que hace gazpacho en la cocina. Aún no lo sabes, ahora solo miras fijamente a Oliver y Benji mientras masticas. Pero un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas. Cómo vas a saberlo ahora, si eres puro pelo despeinado y esa camiseta que te queda grande y las bragas contra la madera del taburete. Pero un día lo creerás: dos soledades en un mismo espacio. Ella corta tomates y tú ves los dibujos y al cabo de un rato llega tu prima. ¿Te gusta esa ruptura de tu soledad? No lo vas a saber nunca. Te lo digo con ternura, no es una amenaza. Nunca lo vas a saber. Dentro de ocho años y de diez y de doce, tantos viernes sin saber si quieres salir o quedarte en casa, si pijama o pintalabios, si amigos o libro. Esa relación extraña que tienes con la soledad y que con veinte años te va a parecer nueva, porque de ti depende organizar tu vida social. Pero no es nueva, se remonta a esta mañana en el Huerto en que quieres el salón para ti y también hablar con otra gente. Estás entre tu necesidad de soledad y tu afán comunicativo, y ahí seguirás estando. Serás una equilibrista. Una acróbata.

MARTA JIMÉNEZ SERRANO - "Los nombres propios" - (2021)


Imágenes: Anne Siems

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