Desapegos y otras ocupaciones.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

¿ESTÁN CARGADAS O DESCARGADAS?

 


Al fondo de la tienda había una especie de aula. Después de indicarnos que nos sentáramos tras unos pupitres, Lonnie se sentó en una silla enfrente de nosotros. «Lo primero que tenéis que saber sobre pistolas y protocolos de seguridad es que casi todo el mundo es subnormal. No me refiero a vosotros, que quede claro. Me refiero a la gente en general. Por ese motivo, a lo largo de años y años de experiencia en el manejo de armas he ido desarrollando una serie de normas. Norma Número Uno: siempre tienes que dar por hecho que la pistola está cargada».

   Lisa y yo nos incorporamos un poco sobre los pupitres cuando Lonnie sacó dos pistolas. Una era una Glock nosequé, y la otra —⁠la que tenía mejor pinta⁠— era una 38 Especial de cañón corto.

   «¿Están cargadas o descargadas?», preguntó.

   «Voy a dar por hecho que están cargadas», respondió Lisa.

   «Buena chica», dijo Lonnie.

   Una vez estaba limpiando el apartamento de una persona en Nueva York y encontré una pistola. Estaba debajo de la cama, donde se supone que uno guarda las revistas porno, envuelta en una camiseta, y antes de darme cuenta la tenía en mi regazo. Me quedé petrificado, como si acabara de descubrir una bomba. Al rato, con mucho cuidado, volví a colocar la pistola en su sitio, preguntándome qué pinta tendría su dueño, porque nunca lo había visto.



   Solía pensar que los tíos con barba siempre tenían armas. Luego, a base de preguntar a la gente, me enteré de que los tíos con barba lo que tenían era padres que tenían armas. Suena raro, pero nunca deja de sorprenderme lo acertado del dato, no falla. Una vez conocí a un chaval asiático con una perilla paupérrima —⁠doce pelos largos colgando de la barbilla⁠— y cuando deduje que su padre tenía balas en casa, pero no tenía pistola, respondió «¿cómo coño sabes eso?».

   Eso fue antes de que las barbas volvieran a ponerse de moda y todo el mundo se dejara una. Ahora tengo la teoría de que los tíos con gorras y gafas de sol apoyadas sobre la visera tienen armas en casa o llevan una pipa encima, sobre todo —⁠esto es vital⁠— si sus gafas de sol son reflectantes o tienen uno de esos degradados de amarillo a naranja, como una copa de tequila sunrise. En cuanto a las mujeres, la verdad es que no tengo ni idea de cuál tiene pistola y cuál no.

   Lonnie pasó a otro asunto y empezó a enseñarnos la manera correcta de empuñar una pistola. Como casi todas las personas que han tenido pistolas de agua de niños, fuimos directos a colocar el dedo en el gatillo, y eso, en el manual de seguridad de Lonnie, es un No rotundo. «Estas armas no se disparan a no ser que apretemos este trocito de metal», nos dijo.



   «¿Si se te cae al suelo no puede dispararse sola?», pregunté.

   «Es absolutamente imposible», respondió. «Bueno. A ver. No pasa casi nunca. Pasa muy pocas veces. Venga, David, empuña la Glock».

   Tragué saliva y obedecí.

   «¡Muy bien!».

   Cuando llegó el turno de Lisa, su dedo se fue directo al gatillo.

   «¡Te pillé! ¡Ja, ja!», dijo Lonnie. «Venga, David, ahora empuña tú la 38 y Lisa que levante la Glock».

   Accedimos directamente a la Norma Número Dos —⁠jamás apuntes a otra persona con tu pistola a no ser que pretendas matarla o herirla⁠— cuando Lisa nos reveló el motivo por el cual estaba asistiendo a esa clase: «¿Y si alguien quiere pegarme un tiro y de repente se le cae la pistola al suelo y voy yo y la agarro para defenderme? Quiero saber cómo usar una».

  «Es un motivo muy lógico e inteligente», dijo Lonnie. «Se nota que eres una persona que se anticipa a los acontecimientos, Lisa».

   «Ni te imaginas», pensé. 

DAVID SEDARIS - "Estoy bien" - (2022)


Imágenes: Beatriz Lobo
 

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