Como el otro día: iba camino a casa después del trabajo y acababa de recibir otro no de una empresa que ni le daba la puta oportunidad de hacer una entrevista, y entonces apareció el rostro de Ólafur Tandri para decirle que hiciera el examen que justo se había negado a hacer, así que se dirigió a toda prisa a casa, escribió todo lo que se le pasó por la cabeza, literalmente todo, lo envió y luego esperó hasta que dieron las doce, cogió un cuchillo de cocina pequeño y salió.
La línea S del bus tiene parada en Lækjartorg. Se baja. Todo está destrozado a causa de las manifestaciones, todo está lleno de basura y restos de petardos y cristales rotos. Oye un sonido de tacones. Una mujer con uno de esos, cómo se llaman, una especie de gorro de pieles, le mira a los ojos y aparta la mirada a toda puta prisa, se cierra el abrigo y ¿se lo está imaginando o ha empezado a caminar más rápido? Pero seguro que no. Las tías le tienen mucho más miedo desde que se rapó a cero. Encienden los relojes de modo que, si se les acercara, sonarían unas sirenas atronadoras y los satélites le harían fotos y alguna IA comenzaría a rastrearle e informaría a la policía. Al menos eso fue lo que dijo Eldór. Tal vez no es cierto. ¿Cómo iba a ver una IA a través de los tejados? ¿Con un sensor de temperatura? No le extrañaría que Eldór dijera algo así sin tener ni puta idea de si era verdad. Siempre está soltando cualquier mierda de sci-fi que le suene creíble.
Como cuando dijo que la poli podía saber si habías corrido más de la cuenta, porque los coches nuevos guardaban un registro de la velocidad a la que ibas y luego les enviaban la información. Y que la policía pagaba a los fabricantes de coches para que les enviaran tus datos.
Él se había limitado a decir ¿Ah, sí? y luego lo repitió como un loro por toda la ciudad. No dejan de oír historias de tipos a los que la poli para sin más y acaban metidos en la parte de atrás de un coche de policía. Pero Viktor y los otros se rieron de él como si fuera un gilipollas de mierda, y él dijo Que sí, seguro, no es broma, es así, y luego, cuando le preguntó a Eldór dónde se había enterado de aquello, Eldór dijo que él creía que era así, que no había otra explicación para la multa por exceso de velocidad que le llegó el otro día a su casa, porque estaba completamente seguro de no haber pasado por delante de ninguna cámara.
FRÍIDA ÍSBERG - "La marca" - (2021)