Que pasen dos años. Apáñatelas para que pasen dos años y sigáis juntos. Pensad que la gente envidia vuestra relación y que ningún ser humano se conoce con otro tanto como vosotros. Anímala a que persiga sus sueños y se apunte a clases de teatro. Escúchala mientras te habla de Sófocles, de Bertolt Brecht, de Angélica Liddell, de Stanislavski. Asiste a su primera obra y miéntele diciendo que te ha fascinado y que ha nacido para eso. Tened peleas ocasionales y dramatizadlas para añadirle aún más intensidad e interés a lo que tenéis. Empieza a gestar una intuición de que hay algo que se te escapa de ella. Obcécate con esa intuición e intenta darle forma, explicártela a ti mismo. Obsérvala mientras duerme o está en silencio y sustituye la ternura que antes sentías al hacerlo por un temor a algo abstracto que piensas que amenaza lo que tenéis. Pregúntale si te ama como antes, duda cuando te diga que sí. Sé consciente de que es tu propio temor el que está enfriando las cosas y al mismo tiempo consuélate y convéncete a ti mismo de que ese temor no puede surgir de la nada. Celebrad vuestros veintitrés años yendo irónicamente a Benidorm. Compraos flotadores, bañadores iguales y montaos en un hidropedal.
Presiónale para que te confiese en qué está pensando. Presiónale tanto y con tanta constancia hasta conseguir que te diga que se siente insatisfecha, que siente que necesita algo más aunque no sepa qué. Llora. Solucionadlo. Tened una breve ilusión de concilio y después volved al conflicto. Llora otra vez. Solucionadlo otra vez. Agótate, agótala. Llegad a la conclusión de que tenéis que dejarlo. Quédate en el sur, deja que se cambie de país. Desdibújate. Sufre. Confía en que ella esté sufriendo. Proyecta su sufrimiento.
Pasa un año entero preguntándote qué estará haciendo en ese momento. Cada vez que estés sentado en la taza del váter, fantasea con la posibilidad de que ella esté haciendo lo mismo en cualquier otra parte. Niégate que la echas de menos. Reconócetelo algunos días a las cuatro de la mañana. Pregunta por ella a conocidos comunes. Siéntete ridículo y arrepiéntete de haberle pedido que no mantuviéseis ningún contacto cuando rompisteis. Entérate de que es profesora de español en Burdeos y le va bien. Cuestiónate si te va bien a ti. Busca imágenes de Burdeos e imagínatela mirando las columnas griegas en la Casa de las Cariátides o alzando la vista para ver la aguja de Saint Michel.
Pasa por las cinco etapas del duelo y haz que cada una de ellas coincida con un corte de pelo diferente: melena en la negación, mullet en la ira, rapado en la negociación, seta en la depresión, garçon en la aceptación. Matricúlate en un máster de Recursos Humanos y acábalo. Ten una entrevista de trabajo en la que te describas a ti mismo como una persona proactiva, innovadora, eficaz, creativa y estratégica. Di que no conoces la pereza. Haz que te contraten y a modo de supervivencia identifica a cada uno de tus compañeros con un personaje de The Office. Siéntete realizado, siéntete vacío. Ve quitándole peso al romanticismo y conviértete en una persona más seria, menos ingenua. Deja de escuchar flamenco.
LAURA CHIVITE - "Gente que ríe" - (2022)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.