Nos regocijamos
con la desgracia ajena:
somos como putas hienas.
Espiamos a nuestros vecinos
y nos revolcamos en su dolor.
La sangre nos llama:
enciende nuestra llama
de violencia,
de virulencia interior.
Espiamos,
miramos por la mirilla,
nos escondemos tras los visillos
de las ventanas.
Mira, a ver qué pasa.
Encendemos radios y televisores,
estamos atentos
a toda clase de horrores.
Fascinados,
arrobados.
Si lo ha hecho, que lo pague;
de lo que se siembra, se recoge,
sean amores o tempestades.
Si tú me pinchas,
yo te pincho.
Ojo por ojo
y me llevo lo que puedo.
Diente por diente
y me llevo mucho más
de lo suficiente.
Hoy por ti,
mañana [y pasado mañana]
por mí, y otra vez por mí
y por mí primero,
que no quiero ni ver
a mis compañeros.
Imágenes: Amy Judd
28/05/2016