Atenazada la piedra,
atenazada la mano,
emparentadas por algo
muy antiguo y cerval.
Aliadas de siglos
de mitos sagrados,
hermanas de sangre,
sangre de otros.
Emparentadas de muerte
fría y agreste.
Y la piedra,
evoluciona:
en flecha,
en lanza,
en espada,
en fuego escupido,
en botones y químicas,
en átomos mal fundidos,
en uranio mal usado.
Pero la mano,
sigue siendo mano.
Imágenes: Del Webbers
05/09/10
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