Nos han devorado los demonios
de la apatía,
de la crueldad,
de la codicia.
Ya estamos dentro de ellos,
nos digieren ácidamente
y olemos como ellos.
Descargan sus iras
en nuestros endebles cuerpos,
indelebles;
y nos salpican,
nos empapan
con sus babas gigantescas de insectos.
Nos han acaparado los demonios
y nos usan para todo:
les somos muy útiles,
damos todo tipo de facilidades
para que cumplan sus propósitos,
desaforados;
somos parte de sus asuntos
(y así nos va...)
Nos han derribado los demonios
y ahora ocupan nuestro lugar
privilegiado,
enajenado
de órganos bellos e inútiles.
Nos han vaciado los demonios,
nos han viciado los demonios,
¿o nosotros a ellos?
Imágenes: Ramona Zordini
05/05/2014
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