He aquí el castigo:
sin sorpresas,
sin tardanzas,
sin demoras,
sin pausas.
Tú mismo lo buscaste
(lo sabías)
durante siete años,
lo buscaste
con desprecio de ti mismo
y de tu futuro
y del de tus hijos.
Multiforme y variado,
sin sutilezas,
castigo a tus pecados.
La búsqueda del placer
se paga caro.
Tremendamente tú,
lo sientes.
Pero ya no hay perdón que pedir,
ni a quién,
ni por qué.
Sólo te resta sufrir:
consecuencias,
imprudencias,
absurdas valentías,
falsas fortalezas.
He aquí el castigo:
cada vez más presente,
más efectivo,
más frecuente.
Aunque tú lo esperabas,
hace ya tanto;
tanto ya te hace:
D A Ñ O .
Y el que tú infliges a los demás.
Descansad,
descansad de mí
y del castigo que yo soy,
todo entero,
enteramente ciego
y casi muerto:
por mis afueras,
por mis adentros.
Siete años multiplicados por cuatro:
sufriendo.
Imágenes: Yannick Faure
27/06/2014
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