Pero ascopena es otra cosa. Es mucho más sutil, un sentimiento más pegajoso y terrible. El odio es ganas de exterminar, de arrasar, de aniquilar algo que no debería existir. El sujeto se separa del objeto odiado de una manera radical. Pero al sentir ascopena nos vemos implicados con el objeto, como si nuestro sentimiento, al alcanzar lo otro —lo absolutamente otro—, chocase con él y nos salpicase, manchándonos de horror.
Investiga, lector, en lo más oscuro de tu interior. Analiza tu alma, esa muda limpia que te dio tu madre y que tú, de tanto usarla, has llenado de lamparones. Piensa lo que le da miedo, en lo que te quita el sueño. Nunca se trata de algo ajeno; normalmente te acobarda lo que, fuera de ti mismo, te pertenece, No hay nada peor que verse desde fuera, descubrirse en los demás, ver tu mierda proyectada en otros. El enemigo real es ese tipo que se parece a ti, que peca de tus mismos errores, distorsionados por la distancia, aumentados grotescamente como en un espejo de feria. Por eso le odias, porque en lo más hondo de tu ropa interior la mancha crece de igual manera. ¿Cómo se atreve a exhibir descaradamente eso que tú ocultas avergonzado desde hace años?ÁLEX DE LA IGLESIA - "Payasos en la lavadora" - (1997/2009)
Imágenes: Redmer Hoekstra
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