Piensen en ello, los animó.
Días después el profesor les preguntó si habían reflexionado sobre sus palabras. Las primeras voces a favor brotaron de forma tímida. Pero pronto muchas más fueron animándose, mostrando su conformidad con el sistema duodecimal y aportando nuevas razones para apoyarlo. El profesor escuchaba con sonrisa satisfecha. Al cabo de un rato el aula quedó en silencio. Todos los ojos permanecían fijos en él, a la espera de lo que dijera sobre la viva reacción ocasionada por su discurso. Pero lo que hizo fue reírse, y su risa sonó como cuando se frota una piedra contra otra.
Son ustedes estúpidos, dijo a los alumnos. ¿Cómo pueden pensar que considero un buen motivo para cambiar nuestro elegante sistema de numeración, o cualquier otro, los signos del zodiaco o que haya doce lunas llenas al año?
Y repitió.
Estúpidos.
Y añadió:
E ignorantes.
Para entonces había dejado de reír y su rostro había adoptado una tonalidad cárdena.
Les conté esa sarta de necedades para poner a prueba su capacidad de cuestionamiento. Y lamento comprobar que es nula. A partir de ahora, los increpó señalándolos con un dedo amenazador, es su obligación poner en duda todo cuanto yo diga desde esta tarima o escriba en esa pizarra. Absolutamente todo.
JON BILBAO - "Padres, hijos y primates" - (2011)
Imágenes: Edward Szutter
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