Decidme una palabra
que os inspire respeto,
código impecable,
infalible,
intolerable,
ineludible.
Hervidero caudaloso
de gestos
apaciguadores.
Franjas de pensamiento
lacerado,
fruto de una geometría
rebelde y abominable
de circunvoluciones
erráticas.
Decidme una palabra,
bálsamo de
insolencias,
brindis de desvalidos,
fuga imposible
del eterno disfraz.
Desplegad los pétalos
de vuestras cuerdas
vocales:
circo escatimado
y enfurecido.
Pedid clemencia
por vuestros silencios
cómplices
y complicados.
Que el tumulto de
vuestras gargantas
sea de un portentoso
azul.
Bocanadas,
marañas,
navajas,
rendijas,
neblinas,
alarmas,
zanjas enmascaradas,
toques de queda,
herméticas reyertas,
amenazas...
Decidme una palabra
que acabe con todo,
que haga reinar la LUZ
sobre este mísero
planeta.
Que la enérgica
quietud
alumbre nuestras
divisiones,
nuestras decisiones,
nuestras excepciones.
Sí, decidla.
Es esa que pensáis.
Imágenes: Mario Sánchez Nevado
04/08/2010