El dolor circula por mi cabeza
como los peatones a cámara lenta
por las congestionadas calles
de Tokyo o de Nueva York.
Como los coches en un atasco
de fin de semana:
se desplaza, se mueve,
lentamente...
Se atasca,
se emplaza,
se aplaza a sí mismo.
Me abraza con sus brazos
de insecto interior (y anterior).
Me abrasa como ascuas internas.
Me inflama.
Me insufla dolor
nacido del propio dolor.
Y me harta,
me sacia,
me cansa,
me amansa
antónimamente.
Y me mata.
(De forma provisional...)
Hasta la próxima.
Imágenes: Atsushi Suwa
15/10/2014
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